Hay sentimientos que se van pudriendo hasta llegar al alma, la que dicta
si reír o llorar, si morir o vivir, la misma que cambia los ánimos y
los arranca de raíz cuando alguien te da la energía como cuando un coche
se queda sin batería, hoy por hoy, que es más valorado aprender por uno
mismo que querer hacerlo de los demás es lo que nos hizo aprender a
odiar y a frustrarnos con nosotros mismos, por ello, hacer caso a
nuestro alma es alimentarla con de otros, solo así se regenerará y nunca
podrá pudrirse.